Cuando diseñamos los espacios públicos, debemos tener siempre en cuenta las necesidades, la conducta, los deseos y los intereses de sus usuarios, es decir, de los propios ciudadanos. Por lo tanto, la mejora de un espacio no puede ser afrontada solo a partir de sus cualidades estructurales o físicas, sino que debe conocerse la realidad del entorno desde un punto de vista más social, que incorpore las visiones, vivencias y aspiraciones de las personas que serán beneficiarias de su mejora.

Por este motivo, URBANing realiza análisis funcionales de los distintos espacios y barrios estudiados a través del planteamiento de las siguientes cuestiones: ¿Por qué nos movemos por ciertos espacios? ¿Por qué evitamos determinados lugares? ¿Por qué ciertas zonas se colapsan? ¿Cómo atravesamos las calles? ¿Dónde nos paramos a hablar?

La respuesta a estas preguntas nos proporciona información muy valiosa sobre cómo utilizamos los espacios públicos. La observación individualizada es esencial dado que una acción individual, cuando se encuentra con otras acciones individuales, a través de su superposición se transforman en una acción colectiva y, esta última, nos permite detectar las características que atraen o repelen a los ciudadanos de ciertos espacios concretos, cómo fluyen las relaciones sociales y cuáles son los diferentes usos que se le da a este espacio.